Parece que son sólo eso, palabras. Pero tienen tanto peligro que hay personas a las que habría que prohibirles su uso. A veces no nos damos cuenta del poder que tienen, pero no hay que olvidar que son un arma de doble filo, pueden ser tanto el machete que nos abre paso a través de un bosque impenetrable como la daga más hiriente a la que hemos hecho nunca frente. Pero su riesgo ya no se dirige sólo hacia uno mismo sino también hacia las personas a las que las dirigimos. No quiero ponerme alarmista, simplemente os animo a que hagáis una reflexión sobre qué decís, cómo y a quién; ya que en muchas ocasiones esos garabatos o sonidos que ponemos uno detrás de otro y a los que no prestamos la más mínima atención pueden influir en la vida de otros de manera determinante.
Elena Maura Bengoechea
1 comentarios:
que buena!!! me gusta! Claro y directo. Y de hecho (y ya que hablamos de palabras) mucha razón hay en esas palabras que has escrito ;-)
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